domingo, 5 de diciembre de 2010

La sobrepelliz y el roquete I

La sobrepelliz
Anteayer celebrábamos a san Francisco Javier, un santo que casi siempre se le representa con sobrepelliz, esa prenda que nuestros sacerdotes tienen hoy tan olvidada por más que haya sido representativa del estado clerical, hasta el punto de que se tomaba solemnemente durante la “prima tonsura”. Recuerde, querido lector, cuando Eulalia en La Loca de la Casa preguntaba a la marquesa si se alegraba de que su hijo “cambie la toga por la cogulla o sobrepelliz”. Quizá la desaparición de esa colación solemne por la cual el seminarista era admitido al estado clerical haya propiciado en parte la desafección de los sacerdotes por la prenda, si bien hay que recordar que ya nos preguntábamos al tratar el alba si su uso generalizado se había visto favorecido por la práctica extinción de la sotana o viceversa. Qué duda cabe de que si el alba hubiese seguido estando reservada sólo para el sacerdote que celebra la misa y sus ministros sagrados, al menos dentro de los templos aún veríamos sotanas al bautizar, al dar una bendición, al rezar unas vísperas, en las procesiones, en exequias, acompañando en funerales, etc. Y sobre la sotana, la sobrepelliz, que no se puede llevar si no es sobre aquella, al menos en principio, mejor no demos ideas...

Como definición de la sobrepelliz podemos tomar aquella que la describe como la vestidura blanca común a toda la clericatura, que se endosa sobre la sotana o el hábito religioso para la asistencia coral, el servicio de altar y la administración de determinados sacramentos y bendiciones, además de otras circunstancias particulares como cuando se da lectura a las letras apostólicas en la bendición papal o cuando los clérigos portan el palio del Santísimo. San Carlos Borromeo dice al respecto de su uso que no se puede ir al oficio divino sin ella, ni usarse en cosas profanas. Los sacramentos que tradicionalmente requieren la sobrepelliz por parte del sacerdote que los confiere son el bautismo y el matrimonio administrados fuera de la misa así como la extremaunción; también la distribución de la comunión fuera de la misa. Los obispos, para la administración de los sacramentos more sacerdotali, siempre han debido revestirla sobre el roquete, salvo si utilizaban capa pluvial. Como ya señalamos al hablar del amito, para la misa se puede dejar la sobrepelliz bajo el alba a tenor de lo dispuesto por las rúbricas, sin embargo, se trata de una práctica rara vez seguida. Vestir la sobrepelliz para oír confesiones no es obligatorio, si bien el Rituale romanun encarece que se lleve, pero deja claro que depende de las circunstancias y costumbres, y en España los sacerdotes siempre han tenido la de sentarse al confesonario con la estola morada sobre la sotana y nada más. Es igualmente utilizada sobre la sotana por los ordenados de menores y los acólitos seglares, así como por sacristanes, monagos, organistas y demás asistentes del templo.

En cuanto a su materia conviene notar que antes del último concilio la prenda tenía que ser siempre de lino cuando se utilizaba para distribuir la comunión o administrar el viático, mientras que para el resto de usos podía usarse una confeccionada en simple batista de algodón. Sin embargo, en España todas las sobrepellices fueron de lino, lo que no excluye la eventual existencia de alguna sobrepelliz de algodón que nos confirme esta regla. No hay prevista bendición alguna para esta vestidura que los alegoristas identificaron con el nuevo hombre adornado de la justicia y la santidad, aunque frecuentemente se bendecía bajo la fórmula ornamentorum in genere.

Su forma ha evolucionado sustancialmente a lo largo de los siglos, ya que en origen tenía la apariencia de una amplia cogulla sin ceñir que llegaba más allá de las rodillas e incluso hasta los talones y que además contaba con amplísimas mangas que permitían utilizarla sobre las vestes pelliceae con que los canónigos y religiosos se protegían del frío durante las horas de coro, “ad indicandum quod Adam post peccatum talibus vestitus est pelliciis”, como suponía Durando. Si atendemos a las representaciones medievales y aún posteriores comprobamos que, a diferencia del alba, se trata de una prenda principalmente caracterizada por su material, color, forma y corte, más que por decoración alguna. Sólo con el inicio de la modernidad y al ir acortándose y adoptando formas ligeramente más ceñidas comenzaron a emular los ruedos y mangas y hombreras de encaje de los roquetes y albas, claro que sin los forros de colores de aquellos, que sólo en Polonia se ven. Al mismo tiempo, hay que señalar la enorme diversidad de formas aún existente y que dependen de la evolución local de la prenda. En CyR hemos ido haciendo casi sin darnos cuenta un verdadero catálogo de particularidades de las sobrepellices existentes en el mundo hispano, algunas con mangas muy cortas e incluso sin ellas, con éstas abiertas y dotadas de amplias alas, rizadas, plisadas en acordeón, con fiador al cuello o sin él, con encajes o sin ellos, unas más fieles al modelo original, otras más cercanas al roquete, etc. Por lo general la sobrepelliz con encaje es utilizada más frecuentemente por el clero, mientras que los acólitos y asistentes suelen utilizarlas lisas, como lisas acostumbran a ser también las de los primeros en los días de duelo y el viernes santo. Sin embargo, con posterioridad al Concilio Vaticano II se difundieron dentro del clero el uso de sobrepellices tableadas y lisas, con tan sólo unos hiladillos de vainica como decoración del ruedo y las bocamangas. Pienso que de todas las novedades y reformas vestimentarias del postconcilio este extraño producto es el más elegante. Me temo que usted, querido lector, probablemente no pensará lo mismo.


Lat. Superpelliceum; Fr. Surplis; It. Cotta; Ing. Surplice; Por. Sobrepeliz; Al. Superpellizeum, chorhemd

1 comentario:

  1. Excelente Artículo.
    Me han hecho gracia muchos de los diseños españoles. Aunque ciertamente, el que más me agrada es el tipo que ocupa actualmente Mons. Marini: Estilo romano, con broche y bordados sobrios, pero elegantes.

    Saludos y gracias por sus artículos. Ojalá sean muchos más.

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