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El Domund en Zalamea la Real (Huelva) Mediados del siglo XX. |
Consciente de la importancia de la evangelización de todos los pueblos, la Iglesia
dedica octubre a las misiones, por haberse iniciado en ese mes, con el Descubrimiento
del Nuevo Mundo, una de las páginas más gloriosas de la historia de la
civilización occidental, la verdadera epopeya de convertir y bautizar a todo un
entero continente. Durante el siglo XX, un nuevo impulso misionero surgió tras la
encíclica Rerum Ecclesiae, que Pío XI
promulgó el 28 de febrero de 1926 y que insistía en la idea de que hacer partícipes
a todos los hombres de la redención salvadora de Cristo era la razón de ser de
la Iglesia. Mes y medio más tarde, el 14 de abril, mediante un rescripto firmado por el cardenal Antonio Vico, el papa aprobaba la petición
de Propaganda Fiedi de establecer un domingo de oración y difusión de las
misiones, que habría de celebrarse en todas las diócesis, parroquias e
institutos del mundo católico y con indulgencia plenaria "para quienes en dicho
domingo comulgaran y rezaran por la conversión de los infieles”.
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Domund en Villena (Alicante), 1952. |
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Domund en San Sebastián, 1950. |
En España, dicho domingo es desde hace casi setenta años conocido como el DOMUND, curiosa palabra, acrónimo imperfecto de Domingo Mundial de las Misiones, que inventara monseñor Ángel Sagarminaga,
primer director nacional de las Obras Misionales Pontificias en España, a quién
un día le dijo Pío
XI «Hable de las Misiones siempre que le dejen» y no paró de hacerlo
hasta su muerte. Fue el creador de un modo particular y genuino
de celebrar este domingo, y también el
entero octubre misionero. Esta manera de vivir el Domund, enormemente popular
, hace que su recuerdo permanezca asociado en nuestros mayores a
unas alcancías de cerámica vidriada que por sus formas hablaban ya de la
necesidad de hacer llegar el Reino de Cristo a todos los hombres,
independientemente de su raza o meridiano, y a unas representaciones callejeras
que a los que, como sabe el querido lector, pertenecemos a la generación del “sobre
del Domund” nos llaman poderosamente la atención por su pintoresquismo, tan elocuente en las fotos que ilustran este artículo.
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Recuento de las aportaciones obtenidas en el Colegio de las josefinas con las alcancías. Jerez de la Frontera, 1950. |
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Una sana competición en la obtención de donativos animaba a los escolares. Los ganadores de los Maristas del Domund de 1952 en Córdoba. |
Era común que los chiquillos de los años cuarenta y
cincuenta y acaso de los primeros sesenta, vistiendo disfraces de indios,
chinos, africanos o misioneros, fuesen por las calles pidiendo con las mencionadas
alcancías una ayuda económica para los misioneros. Pero ahí no quedaba todo,
también se organizaban representaciones teatrales y cabalgatas que servían para
hacer comprender, en palabras del mencionado rescripto, "la grandiosidad del
problema misionero, excitar el celo del clero y del pueblo; dar ocasión
propicia para conocer cada vez más la Obra de Propagación de la Fe, para promover
inscripciones y solicitar la limosna para las misiones; pero sobre todo, a modo
de santa cruzada, hacer dulce violencia sobre el Corazón Sacratísimo de Jesús
para conseguir que se apresure el reconocimiento universal de su divina
majestad."
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Tres fotografías de la cabalgata del Domund de Jerez de la Frontera en 1950. |
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